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Mostrando entradas de mayo, 2019

La Inseguridad

¡Qué gran injusticia! Quién menos lo merece, es quién más lo padece, es quién más le teme a ese horrible y oscuro monstruo al que Inseguridad solemos llamar. Quién menos lo merece, es quién más lo padece. Ese ser que te hunde, que te humilla, y que no parará hasta que lo que quiere consiga: Destruir, y hacer creer a las mejores personas que deben estar solas, que son escoria y que a todos decepcionan. Quién menos lo merece, es quién más lo padece. Yo he visto a grandes personas hundidas en la Inseguridad y completamente sometidas a su voluntad. Me niego a volverlo a ver, me niego. Si lees esto, gran persona, a la que la inseguridad gusta llamar escoria, recuerda: Nada debe humillarte, a nada deberás doblegarte. Sé exultante, se alegría, porque recuerda que eres emoción, eres pasión, eres sentimiento y devoción, eres magnífica criatura. Que la inseguridad no te mate, que tus maravillas ganen.

Dedicado

Frente a la estatua de María, sentado en un banco en el paseo del italiano, me puse a escribir sin nada de espanto. Pero mientras   escribía sobre árboles, algo me detuvo y recordé tu sonrisa. Pensé en ella, junto al dulce sonido de tu risa. Escribía sobre naturaleza, pero nada se equipara   a la de tu sonrisa la belleza. Escribía sobre un árbol y a ti tenía que dedicarte un canto. Pero mientras   escribía sobre árboles, me di cuenta de que ya lo habían hecho, los pájaros cantores. Decidí dedicarte un poema, pero ya están dedicados a ti los poemas de amor de todos los poetas. Entonces decidí darte, lo poco que puedo dedicarte: De mi mente, todo pensamiento; de mi boca, cada palabra; de mi corazón, cada latido y de este poema, cada palabra que te he escrito.

Los árboles hablan

Los árboles hablan, hablan entre ellos, sus palabras las lleva el viento. Los árboles hablan, hablan sobre nosotros, se preguntan por qué envidiamos al otro. Los árboles hablan, hablan y no entienden por qué no le hablamos al viento, por qué no hablamos con ellos.

Día y noche, noche y día

Noche y día se encontraron en fenómeno extraño. El día se hizo noche tornándose oscuro entonces. «¿Por qué me invades?» Le dijo el día a la noche. «¿No te es suficiente saber que ellos te prefieren? Bajo tu manto se desnudan no sólo los efímeros cuerpos, sino también sus hermosos y eternos sentimientos. Proteges a los amantes, eres su patrona, a ti deberían coronarte. Eres compañera de juergas, disfrutas de borrachos por todas tus callejuelas. Jóvenes universitarios reirán y beberán mientras puedan aguantar. Eres la musa e inspiración de todos los poetas, en ti los malditos encuentran su condena. Por favor vete, aléjate, disfrutar de mi tiempo permíteme.» La noche había permanecido silenciosa y contestó con voz sonora: «¿Acaso no lo ves? yo soy la que te envidia. Tú eres luz y alegría, tú eres tardes de verano relajado en un vivo prado. Eres un alegre verde, todos desean tenerte, eres la esperanza que tanto hace...